Guernica (detalle) - Pablo Ruiz Picasso
jueves, diciembre 27, 2007
La voz dormida
Guernica (detalle) - Pablo Ruiz Picasso
lunes, diciembre 24, 2007
¡Feliz Navidad!
La adoración de los pastores - Bartolomé Esteban Murillo
Villancicos flamencos - Villancico de Triana
domingo, diciembre 23, 2007
Merry Christmas
Winter harmony - John Henry Twachtman
So this is Christmas
And what have you done
Another year over
And a new one just begun
Ans so this is Christmas
I hope you have fun
The near and the dear one
The old and the young
A very merry Christmas
And a happy New Year
Let's hope it's a good one
Without any fear
And so this is Christmas
For weak and for strong
For rich and the poor ones
The world is so wrong
And so happy Christmas
For black and for white
For yellow and red ones
Let's stop all the fight
A very merry Christmas
And a happy New Year
Let's hope it's a good one
Without any fear
And so this is Christmas
And what have we done
Another year over
And a new one just begun
Ans so this is Christmas
I hope you have fun
The near and the dear one
The old and the young
A very merry Christmas
And a happy New Year
Let's hope it's a good one
Without any fear
War is over over
If you want it
War is over
Now...
domingo, diciembre 16, 2007
The road I must travel
Homeland security - Andrew Wyeth
Well I climbed the seven summits
And I swam the seven seas
But the road I must travel
Its end I cannot see
I fought in the jungles
And I fought in the streets
But the road I must travel
Its end I cannot see
Once I had a reason
Don't know what it could be
But the road I must travel
Its end I cannot see
Well I sang to myself
That I want to be free
But the road I must travel
Its end I cannot see
I walked the empty desert
And I was burned in the heat
But the road I must travel
Its end I cannot see
I crossed the frozen wasteland
And in the bitter cold did freeze
But the road I must travel
Its end I cannot see
And I will knock on every door
For I do not have a key
And the road I must travel
Its end I cannot see
Well I sang to myself
That I want to be free
But the road I must travel
Its end I cannot see
They shot a man in Soho
Couldn't guess his age
I found his empty journal
I filled up every page
I called up my state senator
They said he wasn't there
The secretary took my name
And man she sounded scared
So I counted my misfortunes
I added up the blame
I picked through all the garbage
I checked off all the names
I read in the newspaper
They'd questioned all my friends
They hoped that they could find me
Before I struck again
Well I sang to myself
That I want to be free
But the road I must travel
Its end I cannot see
So when thirsty I will drink
When hungry I will steal
But the road I must travel
Its end I cannot see
So tonight I walk in anger
With worn shoes on my feet
But the road I must travel
Its end I cannot see
And I will sing to myself
That I'm gonna be free
But the road I must travel
Its end I cannot see
There's a sign along the highway
But it's too dark now to read
Y si no sabes inglés, pincha aquí
The road I must travel - The Nightwatchman
sábado, diciembre 15, 2007
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Il faut oublier
Tout peut s'oublier
Qui s'enfuit déjà
Oublier le temps
Des malentendus
Et le temps perdu
À savoir comment
Oublier ces heures
Qui tuaient parfois
À coups de pourquoi
Le coeur du bonheur
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Moi je t'offrirai
Des perles de pluie
Venues de pays
Où il ne pleut pas
Je creuserai la terre
Jusqu'après ma mort
Pour couvrir ton corps
D'or et de lumière
Je ferai un domaine
Où l'amour sera roi
Où l'amour sera loi
Où tu seras reine
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Je t'inventerai
Des mots insensés
Que tu comprendras
Je te parlerai
De ces amants-là
Qui ont vu deux fois
Leurs coeurs s'embraser
Je te raconterai
L'histoire de ce roi
Mort de n'avoir pas
Pu te rencontrer
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
On a vu souvent
Rejaillir le feu
D'un ancien volcan
Qu'on croyait trop vieux
Il est paraît-il
Des terres brûlées
Donnant plus de blé
Qu'un meilleur avril
Et quand vient le soir
Pour qu'un ciel flamboie
Le rouge et le noir
Ne s'épousent-ils pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Je ne vais plus pleurer
Je ne vais plus parler
Je me cacherai là
À te regarder
Danser et sourire
Et à t'écouter
Chanter et puis rire
Laisse-moi devenir
L'ombre de ton ombre
L'ombre de ta main
L'ombre de ton chien
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Lo prometido es deuda, Uno, aquí la tienes. Espero que la disfrutes :)
Ne me quitte pas - letra y música de Jacques Brel (traducción aquí)
viernes, diciembre 14, 2007
Claro de luna
Lovers in the moonlight - Marc Chagall
A veces, cuando a grandes pasos recorría el jardín del presbiterio, se le planteaba a su espíritu una interrogación: "¿Con qué fin creó Dios aquello?" Y ahincadamente buscaba una respuesta, poniéndose su pensamiento en el lugar de Dios, y casi siempre la encontraba. No era persona capaz de murmurar en un transporte de piadosa humildad: "¡Señor, tus designios son impenetrables!" El padre Marignan se decía a sí mismo: "Soy siervo de Dios; debo, por tanto, conocer sus razones de obrar, y adivinar las que no conozco."
Todo le parecía creado en la naturaleza con una lógica absoluta y admirable. Los principios y fines se equilibraban perfectamente. Las auroras se habían hecho para hacer alegre el despertar, los días para madurar el trigo, las lluvias para regarlo, las tardes oscuras para predisponer al sueño, y las noches para dormir. Las cuatro estaciones correspondían totalmente a las necesidades de la agricultura; y jamás el sacerdote sospecharía que no hay intenciones en la naturaleza, y que todo lo que existe, al contrario de lo que él pensaba, se sometió a las duras necesidades de las épocas, de los climas y de la materia.
Sin embargo, el padre Marignan odiaba a las mujeres, las odiaba inconscientemente y las despreciaba por instinto. Repetía casi siempre las palabras de Cristo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?" Y entonces añadía: "Se diría que el mismo Dios estaba descontento de aquella creación suya." Para él, la mujer era la criatura doce veces impura de que habla el poeta. Era el ser tentador que había arrastrado al pecado al primer hombre y que continuaba la obra infernal, el ente flaco, peligroso, misteriosamente perturbador. Y más aún, que su cuerpo de perdición detestaba a su alma amorosa.
En alguna ocasión había sentido esa ternura femenina envolviéndole, y aunque se supiese inexpugnable, se exasperaba ante la necesidad de amar que palpitaba incesantemente en tales criaturas.
En su opinión, la mujer sólo existía para tentar al hombre y probarlo. Nadie debería aproximarse a ella sin las precauciones defensivas y los recelos que se tienen ante las celadas. Y en verdad se parecía a una celada, de labios suplicantes y brazos abiertos, tendida al hombre.
El padre Marignan apenas tenía indulgencia para las religiosas, cuyo voto las hacía inofensivas; pero, a pesar de ello, las trataba con rudeza, porque sentía que, latente en el fondo de sus corazones enclaustrados, tenían aquella perpetua ternura, alcanzándolo a él, aunque fuese cura.
La presentía en aquellas miradas más húmedas de piedad que las de los frailes, en aquellos éxtasis donde se transparentaba siempre la mujer, en aquellos transportes de amor a Cristo que lo indignaban, porque en ellas todo era materia; veía la maldita ternura en la propia docilidad, en la dulzura de la voz cuando le hablaban, en los ojos puestos en el suelo, en las lágrimas resignadas, si él las reprendía con dureza.
Sacudía la sotana en las puertas del convento y salía de allí rápidamente como si huyese de un peligro.
Tenía el cura una sobrina que vivía con su madre en una casita próxima. Se le había metido en la cabeza hacer de ella una hermana de la caridad.
Era bonita, alegre y zalamera. Cuando el padre la reprendía se limitaba a reír, y cuando la regañaba de veras lo besaba con vehemencia, apretándolo contra su corazón, mientras el sacerdote, involuntariamente, procuraba deshacerse de aquel abrazo, que al mismo tiempo le proporcionaba una dulce alegría y despertaba en él la sensación de paternidad que yace en el fondo de todo hombre.
Muchas veces le hablaba de Dios, de su Dios, mientras caminaban por los campos; pero la joven no lo escuchaba y miraba el cielo, las hierbas, las flores, con una alegría de vivir que se le asomaba a los ojos. En algunas ocasiones corría para coger una mariposa, exclamando al traerla consigo: "Mire tío, ¡qué linda es! ¡Hasta siento deseos de besarla!" Y esta necesidad de besar insectos o flores encorajinaba, irritaba y revolvía al padre, que una vez más tropezaba con la enraizada ternura que germina siempre en el corazón femenino.
Pero un día, la mujer del sacristán, que cuidaba de las faenas domésticas de la casa del padre Marignan, le comunicó cautelosamente que su sobrina tenía un enamorado.
Sintió un asombro tan grande que quedó sofocado, sin poder hablar, con la cara llena de jabón, pues en aquel momento empezaba a afeitarse.
Tan pronto como se halló en estado de reflexionar y de poder pronunciar alguna palabra, exclamó:
-¡Está usted mintiendo, Melania! ¡Eso no es verdad!
Mas la campesina juró solemnemente:
-¡Que Nuestro Señor no me dé más de una hora de vida si yo le miento, señor cura! Ella se entrevista con él todas las noches después que su señora hermana está acostada. Se encuentran en las márgenes del río. Si quisiera verlos e ir allá, es entre las diez y la media noche.
El párroco dejó el afeitado de su cara y púsose a pasear de un lado para otro, como hacía siempre en las ocasiones de grave meditación. Cuando volvió a afeitarse, se cortó tres veces entre la nariz y la oreja.
Durante todo el día se mantuvo silencioso, lleno de indignación y de cólera; a su indignación de eclesiástico ante el invencible amor, se unía una exasperación de padre moral, de tutor, de director espiritual engañado, eludido por una criatura; esa cólera egoísta de los padres a quienes la hija anuncia que hizo sin ellos y sin su consentimiento la elección del marido.
Después de comer intentó leer un rato, pero no lo consiguió; se sentía cada vez más indignado. Al sonar las diez tomó el bastón, una enorme rama de árbol que llevaba siempre en sus caminatas nocturnas cuando iba a llevar los Sacramentos a algún moribundo. Contempló sonriendo la enorme garrota con sólido puño campesino mientras la agitaba amenazadoramente, y, de repente, la levantó y, con los dientes apretados, golpeó una silla, cuyo respaldo roto cayó al suelo.
Al abrir la puerta para salir, se detuvo sorprendido por la extraordinaria luz de la luna, bella como casi nunca suele verse.
Poseedor de un espíritu entusiasta, espíritu que todos los padres de la iglesia, esos poetas soñadores, deberían tener, se sintió repentinamente distraído de lo que tanto le preocupaba, impresionado por la grandiosa y serena belleza de la pálida noche.
En el jardincillo del presbiterio, bañado por suave luz, los árboles en flor alineados en filas dibujaban sobre el paseo sus sombras de frágiles ramos de hojas que nacían, en tanto la madreselva gigante, unida al muro de la casa, exhalaba deliciosos aromas como azucarados, que vagaban en la noche fresca y clara como un alma perfumada.
El párroco respiró hondo, bebiendo el aire como los ebrios beben vino, y fue caminando a pasos lentos, feliz, maravillado, olvidándose casi de la sobrina.
Cuando llegó al campo se paró para contemplar la llanura inundada por la luna acariciadora, sumergida en el encanto suave y lánguido de las noches serenas.
Las ranas lanzaban al espacio, incesantemente, sus notas cortas y metálicas, y ruiseñores lejanos dejaban oír una música que provocaba los sueños y no obligaba a pensar; esa música leve y vibrante que parece creada para los besos, bajo la seducción de la luna.
El cura continuó su camino con el corazón turbado sin que supiese el porqué. Sentíase de repente débil y agotado; tenía deseos de sentarse, de quedarse allí a contemplar y admirar a Dios a través de su obra.
A lo lejos, siguiendo las ondulaciones del riachuelo, serpenteaba la línea extensa de los chopos. Una neblina fría, un vapor blanco que atravesaban los rayos de luna, tornándolo plateado y brillante, estaba suspendido alrededor y encima de sus márgenes y envolvía el curso tortuoso de las aguas en una especie de algodón leve y transparente.
Una vez más se detuvo el padre Marignan, empapado hasta el fondo de su alma de un enternecimiento creciente, irresistible. Y una vaga inquietud lo iba invadiendo; sentía nacer dentro de sí una de sus habituales interrogaciones:
¿Con qué fin había creado Dios semejante noches? Pues, si estaban destinadas al sueño, a la inconsciencia, al reposo, al olvido de todo, ¿para qué hacerlas más bellas que los días, más dulces que las auroras y las tardes? Y ¿por qué razón ese astro lento y seductor (más poético que el sol y que parece destinado, de tal manera es discreto, a iluminar cosas demasiado deliciosas y misteriosas para la luz del día) transformaba las tinieblas en transparencia?
¿Por qué razón el más hábil de los pájaros cantores no descansaba como los otros y se hacía oír en la sombra perturbadora?
¿Para qué envolvía el mundo aquel fino velo?
¿Y porqué los estremecimientos del corazón, la emoción del alma y la languidez del cuerpo?
¿A quién estaba destinado aquel desdoblar de encantos que los hombres no contemplaban, porque reposaban en sus lechos?
¿Para quién, entonces, ese espectáculo sublime, esa abundancia de poesía lanzada del Cielo a la tierra?
Y el párroco no encontraba explicación. Pero he aquí que distantes, a la orilla del prado, bajo la bóveda de los árboles húmedos y brillantes de rocío, habían aparecido dos sombras caminando muy unidas.
El hombre era más alto e iba abrazado al cuello de su compañera; de vez en cuando la besaba en la cabeza. Sus figuras animaron de repente el paisaje inmóvil que los rodeaba como un marco divino creado para ellos.
Se diría que no eran más que un solo ser para quien se destinaba aquella tranquila y silenciosa noche; venían en dirección al sacerdote como una respuesta viva, la respuesta que el Señor concedía a su pregunta.
Él continuó allí con el corazón palpitante, turbado, imaginando ver una escena bíblica como los amores de Ruth y Booz o la realización de un designio de Dios en uno de aquellos grandes cenáculos de que hablan las Escrituras. Se acordó de los versículos del Cantar de los cantares, de las llamadas de amor, de todo el calor de ese poema ardiente de ternura.
Y se dijo a sí mismo: "Tal vez Dios hiciese estas noches para velar de ideal los amores de los hombres."
Iba retrocediendo frente a la abrazada pareja que avanzaba siempre. Era la sobrina, sin duda. Sin embargo, el sacerdote se preguntaba a sí mismo si no iría él a desobedecer a Dios. Pues, ¿no era que Dios permitía el amor al rodearlo de un esplendor así?
Y el cura huyó, desorientado, casi con vergüenza, como si acabase de penetrar en un templo en el que no tuviera derecho de entrar.
Clair de lune - Claude Debussy
domingo, diciembre 09, 2007
La mendiga
La lectura interrumpida - Jean-Baptiste Camille Corot
La mendiga bajaba siempre a la misma hora y se situaba en el mismo tramo de la escalinata, con la misma enigmática expresión de filósofo del siglo diecinueve. Como era habitual, colocaba frente a ella su paltillo de porcelana de Sèvres pero no pedía nada a los viandantes. Tampoco tocaba quena ni violín, o sea que no desafinaba brutalmente como los otros mendigos de la zona.
A veces abría su bolsón de lona remendada y extraía algún libro de Hölderlin o de Kierkegaard o de Hegel y se concentraba en su lectura sin gafas.
Curiosamente, los billetes y hasta algún cheque al portador, no se sabe si en reconocimiento a su afinado silencio o sencillamente porque comprendían que la pobre se había equivocado de época.
Extraído del capítulo "Del faro y otras sombras", de "La vida ese paréntesis".
viernes, diciembre 07, 2007
Forever
Berry Boy - John George Brown
I stand alone in the darkness
The winter of my life came so fast
Memories go back to my childhood
To days I still recall
Oh how happy I was then
There was no sorrow there was no pain
Walking through the green fields
Sunshine in my eyes
I'm still there everywhere
I'm the dust in the wind
I'm the star in the northern sky
I never stayed anywhere
I'm the wind in the trees
Would you wait for me forever?
Stratovarius - Forever
Otra visión y la traducción aquí
lunes, diciembre 03, 2007
En la sombra de las cosas
Female head - Thomas Couture
Yo prefiero quedar en la penumbra;
quedarme en el secreto de las cosas.
Me gusta introducirme en las criaturas.
Errar como una idea.
Extraño como el arte.
Anónimo,
incierto
y olvidado.
Naciendo, nuevamente,
en cada día.
sábado, diciembre 01, 2007
Serás un hombre
Rudyard Kipling
Retrato de Paulo con gorro blanco - Pablo Ruiz Picasso
Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor
Si cuando todos dudan, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza
Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.
Si puedes soportar que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adorada quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.
Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.
Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.
Si entre la turba das a la virtud abrigo
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado
Si eres bueno con todos pero no demasiado
Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío....
Gracias, Álex, me encanta :)
John Williams - The feather
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